Cuando se habla de hipnosis, un nombre propio sobresale por encima de cualquier otro en la historia de su desarrollo. Se trata del doctor Milton H. Erickson (1901-1980), médico psiquiatra. Erickson utilizaba la hipnosis con sus pacientes y lograba éxitos considerables.
Su sistema, no obstante, era distinto al de otros médicos o psicólogos. Erickson no hipnotizaba dando órdenes explícitas.
¿Por qué? Porque una persona con actitud abierta puede recibir bien las órdenes directas. Pero las personas que tienen actitud defensiva pueden rechazarlas.
Por eso, Erickson desarrolló un estilo de comunicación en el que las órdenes estaban camufladas. No parecían órdenes. Porque no eran explícitas.
Eran implícitas. Y de esa forma, conseguía que penetraran en el inconsciente de cualquiera.
En realidad, Erickson no descubrió nada nuevo. De un modo u otro, todos hemos sido conscientes del valor enorme que tiene lo implícito en la comunicación. Cuando ligamos, cuando diseñamos un anuncio o cuando nos dirigimos a un auditorio, controlamos lo que dejamos ver. Tratamos de controlar lo que implican nuestras palabras y nuestros actos. Y a través de ello, intentamos proyectar una imagen.
Casi se podría decir que comunicar es exclusivamente eso. Porque los mensajes implícitos, normalmente calan más que los explícitos.
Lo que hizo Erickson fue refinar las técnicas de implicación hasta extremos desconcertantes. Por eso, me parece muy oportuno reivindicar sus logros como un punto de referencia constante.
Algunos ejemplos de lo que hacía Erickson:
- El uso de mensajes aparentemente específicos pero en el fondo muy vagos. De este modo, los pacientes de Erickson podían adaptar el mensaje a sus propias circunstancias inconscientemente. El mensaje implícito era que el psiquiatra no metía la pata. Que les conocía porque hablaba con autoridad de su interior y su vida. Así inspiraba confianza. Las personas relajaban sus defensas. Y el mensaje calaba. Por ejemplo: «Antes o después tu mente alcanza nuevos conocimientos que cambian tu manera de ver las cosas.«
- Truisms: decía alguna obviedad al paciente del mismo modo que daba sus órdenes. Por ejemplo: «Puede usted quedarse con lo bueno y lo malo, y así aprender de sus errores.» Algo indiscutiblemente cierto en todo caso. Imposible no aceptar el contenido de la frase. Se establece así un precedente de aceptación que hace que la siguiente orden, aunque no sea igual de obvia, sea más fácilmente aceptada. El contenido implícito era que lo que decía el doctor normalmente era verdad.
- Double binds: ofrecía al paciente dos alternativas posibles, dándole sensación de libertad. Por ejemplo, podía comentar: «algunas personas tardan un poco en entrar en trance, otras lo hacen casi inmediatamente. Me pregunto cuál será su caso…» Implícitamente, de una manera no agresiva, Erickson estaba lanzando el mensaje de que de una manera u otra la persona iba a entrar en trance.
Desde el punto de vista publicitario, creo que es posible ver estas técnicas usadas a menudo. Aunque quizá no sea obvio en un primer momento.
Pongamos por caso el eslogan de un partido político inglés durante una campaña: «Things can only get better.»
O el famoso eslogan de Nike:
¿Sabrían sus autores que estaban empleando métodos ericksonianos?

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