Grandes voces que nos dejaron (III): Joaquín Díaz

La voz de Joaquín Díaz era como… terciopelo. Su timbre acariciaba el oído del espectador y todo se volvía cálido: lo mismo la ingenuidad de Jack Lemmon en Con faldas y a lo loco, que la soñadora vejez de Richard Attenborough en Parque jurásico.

Lo interesante es que esa suavidad, ese sonido confortable, podía volverse muy inquietante si, como en Frenesí, era la voz de un asesino y violador de mujeres. Y si Joaquín se ponía duro, podía sonar bastante autoritario, como cuando interpretaba a McCroskey en la comedia Aterriza como puedas.

Su versatilidad era enorme, en Golfus de Roma llegó incluso a cantar varias canciones.  Y sus interpretaciones con frecuencia superaban a las originales. Por ejemplo, en La carrera del siglo, el profesor Fate tiene una risa característica que es importante para la trama. Las carcajadas del actor original no suenan ni la mitad de características que las ofrecidas por Joaquín.

Para más información sobre los centenares de papeles que hizo a lo largo de su carrera, se puede consultar su ficha en la web de El doblaje. Y aquí, una muestra de algunos de sus trabajos:

Por otra parte, es de destacar su contribución al mundo de la publicidad. Una de las frases más célebres de la década de los 90, «el algodón no engaña», llevaba la voz de nuestro hombre. Es decir, que Joaquín Díaz era el mítico mayordomo de Tenn:

Para acabar, aquí podemos ver un fragmento de una entrevista al gran doblador:

Desde aquí, un afectuoso saludo a Joaquín, dondequiera que se encuentre.

atardecer

 

Grandes voces que nos dejaron (III): Joaquín Díaz
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