María del Puy es otra de las voces de nuestra vida.
La hemos oído cincuenta millones de veces en la tele. Y su trabajo todavía se distribuye en el cine de épocas pasadas, así de presente estuvo. Como las mejores estrellas.
Y María era una estrella. Si tuviese que decir en una sola palabra lo que su voz transmitía, sería… Carácter. Feminidad. Erotismo. O instinto y determinación. Todo eso a la vez.
Es difícil explicar lo que transmite una voz. El timbre de María era femenino pero no excesivamente agudo. Suave pero potente. Musical y a la vez vivo y espontáneo. Me llama la atención especialmente su energía.
María era del gremio madrileño del doblaje, de la mejor época: entre los años 60 y la actualidad. La hemos oído tantas veces que no sabe uno por dónde empezar a poner ejemplos de su trabajo. La publicidad la dominaba a la perfección: cuñas y spots de productos cosméticos se beneficiaban de su aplomo y elegancia. Aquí podéis escuchar un anuncio de desodorantes Axe:
Potente, ¿verdad? Pero lo más conocido de su trabajo es su labor como dobladora. En películas como Un cadáver a los postres (comedia), Robin y Marian (drama), y Canción de cuna para un cadáver (terror), dio muestras de su enorme versatilidad. Las actrices originales eran respectivamente Eileen Brennan, Audrey Hepburn y Olivia de Havilland, todas ellas estrellas de Hollywood en diferentes momentos de la Historia del Cine. Y los papeles podían ser mujeres fatales, heroínas encantadoras como la mítica Lady Marian o ancianas: en todos fue María del Puy sobresaliente. Aquí podéis escuchar un fragmento de una película con su voz:
Por último, aquí la podéis verla en una entrevista televisiva reflexionando sobre su trabajo:
María nos dejó en 2015. Desde aquí recordamos con admiración su inolvidable voz y su excelente trabajo.
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